La asignatura de Religión ha sido un pilar fundamental en mi vida, trascendiendo su mera función académica para convertirse en una fuente de profunda reflexión y crecimiento espiritual. En cada clase, en cada lección, he tenido la oportunidad de explorar los aspectos más profundos de mi fe y los misterios de la existencia humana. A través de estas enseñanzas, he aprendido a ver el mundo con una perspectiva más amplia y compasiva. Pertenecer a una comunidad religiosa me ha brindado un hogar espiritual, una familia que me ofrece apoyo y comparte mis valores que no solo han moldeado mi carácter, sino que también han sido una fuente constante de inspiración y orientación en mi vida diaria. Además, la religión ha fortalecido los lazos familiares, proporcionando un marco ético sobre el cual nuestra unidad se sustenta. En momentos de dificultad, nuestra fe compartida nos ha brindado consuelo y fortaleza, recordándonos que estamos unidos en nuestros caminos individuales. En un mundo secularizado, la Enseñanza Religiosa Escolar (ERE) me ha permitido mantener viva la llama de la fe. Me ha dado la fuerza para defender mis creencias con respeto y convicción, incluso en un entorno donde la religión no siempre es bien vista. La fe me ha enseñado a ser crítico ante los convencionalismos sociales y a pensar por mí mismo. En conclusión, la ERE ha sido un faro en mi vida, iluminando mi camino con la luz de la fe y la sinceridad. A través de ella, he encontrado significado, propósito y una conexión inquebrantable con algo más grande que yo mismo. Pablo González Soria. Alumno, IES Pinar de Salomón
Fuente: Diócesis de Albacete
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